El virus Zika y Ludwing Wittgenstein

Jueves 21 de Julio del 2016

 

Escribir sobre enfermedades emergentes se empieza convertir en una peligrosa costumbre, porque por un lado está el no siempre bien entendido aserto “de lo que no se puede hablar mejor es callar”, traducido otras veces por “de lo que nada se sabe mejor es no hablar” del filósofo Wittgenstein, y por otro lado está la insistencia comprensible de profesionales y medios por conocer más y mejor un problema que llega, o parece que llega, de forma inminente.

VirusZika

Asombrosamente, sin embargo, las últimas epidemias siguen un patrón regular, que se suele cumplir como un guión consolidado por la experiencia de varias décadas de alertas y emergencias sanitarias.

La primera alerta sanitaria internacional del siglo XXI (al margen de tal calificación por la OMS) fue la alerta bioterrorista por carbunco (anthrax) en 2001. Posteriormente el SARS (2003) desbordó todas las previsiones y puso de rodillas a grandes países desarrollados que se vieron sorprendidos por una zoonosis de causa viral, ocasionada por un agente nuevo contra el que no había ni vacuna ni tratamiento. El SARS, o “madre de todas las epidemias” como me gusta llamarla, fue vencido con herramientas medievales, tales como el aislamiento de los pacientes, la cuarentena de los contactos y medidas de higiene. El SARS marca los tics y respuestas automáticas que se ven en todas y cada una de las posteriores grandes amenazas epidémicas, incluyendo la función de los medios de información y hoy de las redes sociales. Más tarde vendrían la gripe aviar, la pandemia gripal de 2009 y el Ébola.

En todas estas epidemias se vio como fundamental informar con claridad y sin ambages sobre lo que se sabe y lo que no se sabe, con humildad, sin oscurantismos y actuando con gran velocidad para adaptarse a las novedades emergentes. No en todos los casos se hizo. Tampoco todas las decisiones técnicas fueron las adecuadas en cada momento y solo hay que ir a la hemeroteca.

En el caso del virus Zika, parecen aprendidas ya algunas lecciones. Por ejemplo que hay que disponer de un protocolo para profesionales que esté en tiempo y forma para el uso de todos, así como información concreta ysencilla para viajeros que al ser compartida rápidamente pueda ser efectivamente útil a los profesionales y sobre todo a los pacientes.

Del Zika sabemos poco, pero lo que sabemos es extremadamente útil y conviene resumirlo en breves pinceladas.

-El virus Zika, como arbovirus, precisa de un paciente con viremia, la existencia permanente o introducida del vector y un huésped susceptible para completar la cadena epidemiológica. Todos esos elementos se dan o pueden dar en el verano en gran parte de Europa meridional, solo que a una baja carga en general (me refiero a la presencia simultánea de viajeros con infección activa y mosquitos del género Aedes), por lo que la transmisión local es posible tarde o temprano, pero no altamente probable o inmediata.

-Los vectores naturales en África del virus son especies del género Aedes. La especie que lo propaga en Latinoamérica es Aedes aegypti principalmente y parece claro que también lo puede transmitir Aedes albopictus, introducido desde hace años en la cuenca mediterránea, valle del Ebro e Islas Baleares. Además, en España hay otros Aedes autóctonos, como Aedes detritus.

-Los brotes de transmisión local de dengue en Madeira y de Chikungunya en Ravenna (Italia) o Montpellier (Francia) permiten anticipar que algún brote de transmisión local de Zika, tarde o temprano, se podría producir en Europa. Lo previsible es que el control sea rápido, tal y como se hizo en estos casos, pero no es descartable una expansión explosiva en determinados lugares donde la presencia de mosquitos es muy intensa.

La cuestión relevante, en realidad es ¿por qué hablamos del Zika, si en realidad es la más leve de estas enfermedades, ocasionando síntomas leves (fiebre, rash, malestar o conjuntivitis) en solo uno de cada cinco afectados? Como ya todo el mundo sabe, porque el virus Zika puede ser teratogénico.

Desde el reciente artículo de The New England Journal of Medicine poco parece dudarse ya, aunque aún subyace la pregunta de por qué la incidencia de microcefalia se multiplicó al menos por 20 en Brasil y no tanto o casi nada en otros lugares. Pero el hecho parece probado. Un hecho que ensombrece la amenaza, siendo millones de mujeres en edad fértil las que viajan a Latinoamérica y cientos de millones las mujeres residentes en los países afectados.

Nada nos importaría el Zika si no fuera porque puede provocar malformaciones congénitas, en cierto modo parecidas a las ocasionadas por la rubéola o el citomegalovirus. Y ahí empieza el temor colectivo, las recomendaciones inciertas o no, vacilantes o decididas, sugeridas u obligatorias. Cualquier decisión no es completamente inocua y el juicio ponderado de la OMS, ECDC, CDC, el Ministerio y las Comunidades Autónomas, e incluso el de las sociedades científicas parece, por una vez ir muy de la mano.

En mi opinión, declarar la alerta sanitaria internacional por la OMS ayuda a movilizar recursos y apoyos en la zona y eso es importante. Si aumenta indebidamente el miedo o llega a dañar incluso proyectos como los Juegos Olímpicos, eso dependerá de la gestión de cada país y de la comunidad internacional en su conjunto.

Protegerse de las picaduras de los mosquitos siempre fue y probablemente será la piedra angular de la medicina del viajero (junto con la garantía de beber agua potable). Sin embargo esto es muy complejo en la práctica si se reside en un país fuertemente afectado por la epidemia. Tarde o temprano cientos de mujeres residentes, viajeras profesionales o turistas consultarán a sus ginecólogos y médicos de cabecera si pueden quedarse embarazadas en dichas zonas o cual es el plan de seguimiento de su gestación ya en curso. Y este es el nudo gordiano de esta nueva epidemia, dar una salida en España y no solo, a las necesidades de maternidad segura y a los derechos de salud reproductiva que en gran parte del planeta se les niegan a millones de mujeres.

En nuestro medio no me cabe duda de que todas aquellas mujeres que realmente precisen seguimiento tendrán un tratamiento humanizado y exquisito, que confirme o descarte la infección presente o pasada por el virus Zika, y de ser así, serán estudiadas ecográficamente con la frecuencia necesaria durante su gestación.

Por lo que se refiere al pequeño aumento de incidencia de síndrome de Guillain-Barré, (que se observa también cuando hay otras enfermedades virales con alta incidencia, como por ejemplo la gripe) o la posibilidad ocasional de transmisión sexual (también se ve a veces en otras enfermedades que producen alta viremia), quizá haya que citar de nuevo a Wittgenstein, “de lo que no se puede hablar mejor es callar”.

Dr. Juan Martínez Hernández.

Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública

Director de la Fundación para la Formación de la OMC

Fuente: http://www.sempsph.com/es/noticias/ultimas-noticias